En lo alto destella su cíclico fulgor
irradia volcán, astroblemas, viejas montañas
y recae, con el peso y el color del plomo,
sobre el barco, sobre mi mortalidad
Melancólicamente acaricia mis recuerdos
que transitan con las corrientes marinas
para encarnarse en el diámetro terrestre
en forma de marea, valle, lluvia
Así, con un sólo lado de su faz carbónica
se adueña del vigor de mis pensamientos
y vuelca su cuerpo celeste sobre el mío
eclipsado por el yugo de un tiempo ajeno.
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