martes, 20 de noviembre de 2012

El vuelo secreto

Dormía apaciblemente. En el transcurso de las horas, mientras desvanecía la noche y brincaba mi subconsciencia, un ejército de mosquitos sedientos y escurridizos incursionó en mi serenidad. Sus volados zumbidos conquistaron mis oídos y se entremezclaron con mi respiración, hasta que asumieron las voces de los personajes de mi cuento onírico, cuyas frases pasaron a ser ininteligibles. El afecto forjado en años, plasmado en esos rostros conocidos, no armonizaba con la inquietud que me engendraban sus voces desfiguradas. Naturalmente preveían mis gestos, pero yo ya no podía adivinar sus acciones.
Entonces sentí que era botín de un ataque misterioso y me puse alerta, como un soldado en el frente de batalla, con el alma subyugada y el automatismo inherente a las circunstancias peligrosas.
Estaba indefenso ante los aterrizajes que esos mosquitos, esos personajes,  efectuaban sobre mi piel, al dolor agudo que me producían sus estocadas. No parecían pincharme la carne, no; mi sensación era que adentraban en mi corriente sanguínea, succionaban mi energía y perturbaban la paz enclenque brindada por el tiempo, la convivencia, el descanso.
Mi cuerpo, pese a la ansiedad que aumentaba considerablemente, permaneció casi inerte; mi cabeza, perdida entre vigilia y sueño, entre reclamo y esperanza. Apenas logré mover las manos, tanteando el aire con los sentidos semidespiertos, con el afán de aniquilarlos. No pude; el sentimiento de extraña familiaridad con mis enemigos me vetaba, me desconcertaba. Intenté acercarme, atraparlos con caricias, pero el hastío de sus intenciones me petrificó. De pronto una inmensa soledad abrió un surco en mi pecho y experimenté una frustración semejante a la que siento cuando viajo en el tren apestado de gente, me sirven la comida fría o soy víctima de la mentira.
Finalmente senté en la cama con los ojos todavía pegados por las legañas y el cuerpo cubierto de redondeles escarlata. Al prender la luz, me descargué en lágrimas, violentado por la muerte del sueño, por la desazón que levitaba sobre mi carente voluntad.


Interpretación de los Sueños de Freud:
Mosquitos Si ha matado a un mosquito en su sueño, quiere decir que superará obstáculos y disfrutar fortuna y felicidad doméstica. Si no lo ha logrado matar, lucharás en vano contra los ataques de enemigos secretos.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ineludible Novedad

El vigor de la primavera moviliza:
a los pelos erizados, a las epidermis*,
a las corolas de las flores, a la sangre,
a mis sesos abrigados por la sombra
del sauce llorón en medio de la plaza

Noto la energía que rocía en el aire,
reluce y parpadea vigorosamente,
mortificando a mis pensamientos,
con azotes de recuerdos evasivos

Entonces cedo a la red de la memoria
con la mente desligada de los sentidos
errante entre las imágenes evocadas
que brotan como lágrimas en mis ojos

Las seco y observo el cielo ceniciento
que se desploma en súbita tormenta
enfriando el ambiente y el bochorno
de mi alma conjugada en pasado;

Ahora mis ojos atentos, ya liberados
vislumbran el arcoíris entre nubes,
la lozanía de un abundante follaje
inflamado por el desague del cielo,

Se deleitan con los tonos de verde,
en hojas de diferente forma y textura,
materia joven labrada por el tiempo
dueño unánime de perfil y contenido

El empuje de la primavera enfrasca
con el aroma de la tierra humedecida
con el clamor del sol que reivindica
la eterna promesa de los comienzos

Y así con la percepción aguzada
gozo con el abur de la nostalgia,
para andar con pasos certeros
hacia la ineludible novedad


*Membrana formada por una sola capa de células que cubre el tallo y las hojas de las pteridofitas y de las fanerógamas herbáceas.