jueves, 25 de julio de 2013

El teatro

Claudio y Constantino se conocieron en las  clases de actuación que cursaron juntos. Durante los primeros años de la carrera solían salir en bando, de fiesta en fiesta, hasta que tuvieron una discusión muy fuerte en una noche de borrachera. Se distanciaron durante un tiempo, aunque seguían frecuentando las mismas clases. Ya por finalizar los estudios volvieron a aproximarse cuando Claudio le propuso a Constantino que armasen una cooperativa teatral. Le enumeró las razones por las cuales consideraba que era el socio perfecto, de modo a que se contagiara por su entusiasmo y se encantara con la posibilidad de dedicarse profesionalmente a su gran pasión.

Desde la fundación de la cooperativa, Claudio la financia con el dinero que gana como merchant de antiguedades, gracias a la fiel cartera de clientes que heredó de su padre. Constantino aporta un gran talento para comunicar: escribe e interpreta con natural maestría.
Asimismo aspiran a cosas distintas: Claudio se preocupa en construir algo que el mercado consuma, según la calidad que el mercado perciba, mientras Constantino vive en un mundo imaginario, en la idea de su propio método, una nueva técnica de actuación. Esta combinación de disparidades les favorece.

Hace poco más de un año recorren el país con una obra cómica exitosa. Constantino es uno de los protagonistas- papel otorgado por ser el autor del guión- y actúa con Juana, actriz versátil, de considerable experiencia en comedia. El guión cuenta la historia de una pareja joven que intenta suerte lejos de casa. Describe los sinsabores que suceden, a causa de su ignorancia e ingenuidad, frente a los desafíos de la gran ciudad. La pareja desubicada persigue el sueño de una vida mejor.

El éxito de la obra radica en su texto rítmico, actual, así como en el talento de los actores y en la disciplina de los ensayos diarios. Juana se frustra mucho porque Constantino no cesa de dar indicaciones sobre su papel. Ella debe encarnar una chica tímida e ingenua, características contrarias a su personalidad y él le señala el exceso de energía que emplea en sus gestos, cuán incompatibles con la circunstancia del personaje resultan y por lo tanto artificiales; además de brindarle un discurso de una hora sobre técnica actoral que le atormenta sobremanera.

Así Juana crea a Antonia, siguiendo las orientaciones de Constantino, pese a los sentimientos encontrados que tiene hacía él y, también, según la sincera empatía que siente hacia su personaje, al verse reflejada en sus deseos, en esa idea de persecución del sueño sin la inmediata contención familiar.

En paralelo descubre en Constantino rasgos de su papá, ya fallecido. Él nunca dejaba de expresar su opinión. Y como Constantino, cautivaba con comentarios brillantes, a la vez que producía rechazo por su carácter altanero. Terminó sus días borracho, solitario, en un hotel de mala muerte en su ciudad natal, donde Juana pasó gran parte de su crianza. Ella no pudo verlo antes que falleciera. Se enteró de su muerte por una vecina chismosa, quien se lo contó a su mamá. Recuerda los últimos años de vida de su padre, esos años pasados en la distancia. Muchas veces se queda imaginando en qué pensaba él, qué actividades realizaba, qué sueños perseguía. Imagina por qué lo desconocía, para llenar el hueco que existe en su pecho dónde solo yacen cenizas, imágenes quemadas de una infancia lejana; recrea para suplir el vacío causado por decenas de años de ausencia y bebida.

Constantino, por otro lado, saborea el placer de dedicar a Juana sus obsesiones, su ternura condicionada, su carencia compulsiva. Ella lo ve como a un tutor, a pesar de la poco diferencia de edad entre ambos, y se siente halagada al percibir su dependencia. Paulatinamente la relación entre ellos se convierte de colegas actores a novios dispares. Claudio acecha al proceso sorprendido, con notoria preocupación. Piensa que puede beneficiar a su negocio- conoce a Constantino y sabe cómo le excita enseñar algo a alguien, ser el centro de la atención- pero también piensa que la relación no perdurará. Nunca le ha conocido otra novia a Constantino, aparte de siempre haber escuchado su recurrente discurso sobre las incomprensibles neurosis del mundo femenino.

Decide buscar una sustituta para Juana. Como director no tiene intención de desvincularla pero quiere estar seguro que no quedará al descubierto en caso de que se ausente. Entonces se incorpora al proyecto Cecilia, un affaire suyo.

Cecilia se presenta a un ensayo, sin previo aviso. Claudio explica que será el back-up de Juana. Constantino y Juana se miran fijamente; un clic misterioso, sonoro, hace con que las cosas se detengan, como si toda la energía local se estancara durante unos cinco minutos, como si se condensara preparándose para explotar. Constantino se dirige hacia Claudio, se detiene tan cerca que parece que va a besarlo, y con el seño fruncido pregunta por qué no fue consultado sobre la incorporación de Cecilia. Claudio, tuerce por unos segundos la boca y responde, "Soy el director de la obra". Una poderosa ráfaga de aire frío sube por la espina dorsal de Constantino que, de repente, casi como extensión de las convulsiones internas que experimenta, le propina un gran empujón a Claudio, quien da unos tumbos hacia atrás y cae violentamente sobre una mesa. Claudio se alza y dice, "no sé si sentirme ofendido o consternado frente a tu reacción. Nunca he pensado que pudieras tener un impulso tan primario, siendo un hombre tan delicado" y se marcha. El ensayo se suspende.

Desde ese ensayo el ambiente está tenso. Juana se siente insegura, se equivoca a menudo. Constantino no se concentra en el papel, ya que está atento a las charlas que mantienen Cecilia y Claudio en los rincones. Han tenido que cancelar algunas funciones por indisposición de los actores.

Hoy por la noche va a celebrarse una función de suma importancia: el prefecto del municipio de Ouro Preto, quien los invita a presentarse, va a acudir al estreno. Claudio procura a Constantino antes del ensayo general. Claramente inseguro empieza a adularlo. A Constantino las palabras de Claudio no le convencen, más bien esperaba ese momento a solas con él para descargar la ira contenida. La charla se vuelve una discusión homérica que se escucha desde la calle, repleta de transeúntes. El Teatro Municipal, antigua Casa da Ópera, es un edificio barroco, del siglo XVIII, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco; tiene unas pequeñas puertas en la entrada, en la fachada que da directo a la calle, desde las cuáles es posible ver todo lo que sucede dentro del edificio.

Constantino acusa a Claudio de traición, de haber incorporado a Cecilia porque es su amante, de haber desmotivado a la actriz, tan comprometida con su papel, y sobre todo, de querer destruir a su obra maestra por pura envidia.  Claudio escucha con aire de obediencia, conteniéndose para no echar más fuego a los ánimos y porque empieza a creer honestamente que ha cometido un error. Se percata que capaz ha desatado, o anticipado, la crisis en la relación de los actores.
Constantino insiste porque considera su silencio desidioso. "No entiendo por qué no te das cuenta que tengo razón. Debe haber otro motivo que no me quieres confesar... ¿Acaso estás enamorado de Cecilia?". Claudio suelta una sonora carcajada, "no, no, Cecilia es una buena amiga. Tengo varias y buenas amigas, ya sabes que me gustan las mujeres". Se calla por unos instantes, como para dejar a Constantino que asimilara lo dicho, y continúa, "además no me gusta mezclar emociones con negocios".
Una discreta e irónica sonrisa se le dibuja en los labios a Constantino, "Sí, ya sé todo eso. Pero  pienso que nuestra relación podría haber sido muy diferente de haberla retomado por otra razón que no fuese armar la cooperativa juntos". Claudio se pone muy nervioso, "!No te lo puedo creer! La obra es un éxito rotundo, cuentas con una novia ideal para el papel,  y ¿te parece que ha sido un error la cooperativa? ". Constantino menea la cabeza negándolo, "un error no, pero quizás no lo que yo realmente deseaba". Claudio aprieta la boca para evitar que salgan las palabras. Intercambian miradas que comunican mensajes diferentes. Claudio se apresura en encerrar la discusión, indicando que ya es hora de iniciar el ensayo general.

Durante el ensayo general Juana no se atreve a preguntar nada a Constantino. No sería oportuno. Aguarda el momento cuando se maquillan, peinan y visten para tantearlo. Él, para su sorpresa, informa que ya comprende la actitud de Claudio, que inclusive la ve lógica y previsora. Juana reacciona, "¿Lógica y previsora? ¿Qué significa previsora? !¿Es que pretende deshacerse de mí?!". Constantino la abraza y asegura que no es la intención de Claudio, que en verdad quiere ayudar a Cecilia, su amante, dado que está desempleada desde hace algún tiempo y, al menos, acudiendo a los ensayos, puede ejercitarse como asistente de dirección.
Juana no le cree, al fin de cuentas Claudio ha dicho que Cecilia es su back-up, pero sabe que, sobre todo en este momento, debe mantener una actitud ética, evitando dejarse llevar por la sensación de desengaño que le despiertan Claudio y ahora también Constantino. Así que fuerza una sonrisa conciliadora y arregla el maquillaje corrido por las discretas lágrimas de impotencia.

Está casi todo preparado: el interior del teatro, revestido en madera noble, rico en trabajo de albañilería, está bellamente iluminado; los espectadores llegan de a poco, están siendo acomodados en la platea y en los camarotes laterales. En el camarote imperial, en el segundo piso, se encuentra el prefecto con su familia.
Juana y Constantino aguardan detrás de la cortina aterciopelada. Juana agarra la mano de Constantino y le clava las uñas en la carne desprevenida. Constantino atribuye su reacción a los nervios, así que la invita a hacer un breve ejercicio de relajación. Sin embargo el corazón de Juana late tan fuerte que le es inviable a Constantino concentrarse en su propia respiración. Entonces él le masajea los hombros y le susurra al oído, "eres Antonia y yo te amo". Juana se reconforta un poco porque interpreta las palabras de Constantino como garantía de su amor: de un amor momentáneo, ilusorio, pero de alguna forma, presente.

Entra en escena  para actuar con Fernanda Montenegro, actriz de prestigio que causa gran impacto en el primer cuadro, en el papel de su madre. Juana y Fernanda están en la cocina de una casa humilde, preparando la cena para la familia; cena a la que se une Constantino después, como invitado.

Constantino observa el transcurso de la escena a través de una pequeña ranura del escudo de terciopelo. En su corazón se mezclan los sentimientos, la responsabilidad que siente hacia Juana- o hacia Antonia- y el  alivio que las palabras de Claudio le han producido, cual agua fresca sobre la angustia escaldada. Visualiza mentalmente a Antonia- o a Juana- para canalizar su ansiedad. Detiene esa imagen mientras cuenta los segundos. Al fin entra en escena con las cejas pesadas de culpa.

Constantino se queda estático, con labios entreabiertos y ojos casi suplicantes. Juana nota que está raro. Se escucha el ruido de los asientos movidos por el público, inquieto por la pausa demasiado larga. Entonces Juana lo agarra del brazo, lo sienta en la mesa de la cena, mientras improsiva frases de tipo, "No seas tímido, ni te asustes. Mi familia sabe lo bueno que eres por todo lo que les conté sobre ti". Afortunadamente el público parece aceptar el cambio improvisado.
La obra luego transcurre según el guión, casi como de costumbre, si no fuera porque en esta ocasión en lugar de satirizar sobre la ignorancia de los personajes, los actores han burlado de su propio miedo al cambio.

La obra concluye. El público aplaude efusivamente. Claudio saluda a los invitados especiales, durante el cocktail ofrecido en su honor, mostrando una cara iluminada de satisfacción por el logro acometido.

Juana y Constantino tardan en salir del camarín. Claudio mira a Cecilia y le indica con un gesto que va a chequear qué ocurre. Encuentra a Juana sola, terminando de arreglarse. Le pregunta por Constantino. Ella dice que no han hablado siquiera después de la obra, que Constantino ha agarrado su mochila y se ha ido.
-¿Cómo se ha ido? ¿Adónde?
- No sé... Me intriga la discusión que han tenido hoy, antes del ensayo general. Constantino ha cambiado su parecer súbitamente
 -Solo le he dicho que él puede cambiar el texto cómo le de la gana
- Bueno, no sé, ustedes se conocen, ¿no?. Además, calculo que sabrás lo que estás haciendo. Al fin y al cabo eres el director de la obra y siempre estás preparado para los imprevistos.
Agrega:
- Calculo que Constantino estará en el teatro, ya que sus llaves y celular están aquí.

Claudio le ruega a Juana que se apresure, que se una a Cecilia en el entretenimiento de los invitados, mientras él busca a Constantino. Finalmente lo encuentra sentado a oscuras en un camarín del ala este.
-¿Qué haces aquí?
- Estoy meditando un poco
- ¿Ahora? ¿No ves que hay decenas de invitados esperándote? Inclusive ya me han preguntado por ti.
- ¿Ba, qué me importa? Todo es una mentira, esa gente mañana se ríe de mi foto en el diario. Yo estoy harto de la mentira. Toda mi vida es una farsa.
- ¿Pero de qué estás hablando? ¿Podemos charlar sobre tu crisis personal en otro momento?
- ¿De qué estoy hablando? Ya sabes de qué mentiras estoy harto...
- Por favor Constantino, este asunto había sido sepultado. Siempre has conocido mi postura al respecto, creí que la habías aceptado.  Ahora, por favor, tu público, Juana y yo contamos contigo. Vamos al cocktail.

Constantino se levanta del suelo, limpia su pantalón con desgana y acompaña a Claudio hasta el hall de entrada, dónde las risas son cada vez más altas gracias al champán disponible. 

Claudio se acerca al grupo donde está Cecilia. Constantino se acerca al grupo donde Juana charla animada.  Claudio le pide a Cecilia que se retire discretamente, antes del fin del evento, compartiéndole la necesidad de precaución frente al estado irascible de Constantino.

Constantino circula, saludando a los invitados, oyéndolos con una sonrisa fabricada que apenas deshace para beber largos sorbos de champagne. Dispensa quince minutos en cada grupo, se toma dos copas de champán y luego pasa a otro grupo, a otras dos copas de champán. Ya en los últimos grupos con los que tiene que socializar, emite ideas polémicas, con un tono de voz muy alto, mientras a duras penas se queda parado, sin balancearse como un marinero luego de desembarcar en el puerto.
Llega al grupo de Claudio y del prefecto. Apoya su brazo sobre el hombro de Claudio y, sacundiéndolo, comienza a gritar, "!Este hombre, sí, este ssiieñoor...", y se desploma de súbito porque tropieza con su propio pie. Claudio efectúa un gran esfuerzo para que no se caigan ambos. Al retomar el equilibrio Constantino sigue, ahora gritando con la voz más arrastrada,"!Sí, este hoompre es un gradísimo traidoor!". Claudio se sonroja instántaneamente, afirma que su colega dice sin sentidos por el exceso de bebida y se disculpa varias veces por el comportamiento impropio. Juana observa a lo lejos. Para evitar un escándalo mayor, se aproxima, le da un beso en la mejilla a Constantino y pide a Claudio que la acompañe hasta el camarín. Entre los dos cargan a Constantino y lo tiran en una silla. Vuelven al hall, en medio de comentarios susurrados y miradas críticas, se excusan con los invitados y finalizan el cocktail.

A los veinte minutos regresan para chequear cómo está Constantino. Él ronca, con la cabeza colgada hacia atrás, los brazos caídos y las manos abiertas con las palmas hacia arriba. Duerme profundamente.

Intentan despertarlo pero es inútil. Claudio recuerda que su coche está a unas tres cuadras del teatro, mucho trayecto como para ir cargándolo.  Deciden dejarlo dormir tranquilo, ya que el teatro no abriría al día siguiente por ser día lunes. Claudio apoya la silla en una pared y Juana cubre a Constantino con un mantel de cuadritos.

Claudio acerca a Juana a su casa, en coche. Durante el camino ella toma valor y le pregunta si  realmente pretende sustituirla por Cecilia. Claudio contesta un seco no.
No obstante, al percibir la expresión dudosa de Juana, agrega, "eres una actriz talentosa, profesional, lo tengo claro. Te confieso que mi mayor temor fue causado por la relación afectiva entre Constantino y tú. Nunca consideré que durara... Aunque también confieso que ya no creo que sea ese el problema". Juana pregunta ansiosa, "Entonces, ¿Cuál es el problema?".  "Pregúntaselo a Constantino", contesta sin más. Llegan a la puerta de la casa de Juana; ella duda si bajar del coche o seguir preguntando sobre el nuevo problema, sobre Constantino. Finalmente baja del coche, cargada de muchas interrogantes.

Pasa varias horas en vela pensando sobre lo dicho por Claudio, sobre la entrega total de Constantino hacia Antonia, sobre cómo esos preciosos minutos de entrega son las únicas dosis de amor que aún la nutren y los unen.
Recuerda a su padre; el poco tiempo que compartieron desde su adolescencia, cuando en ella afloró el encantamiento con el arte y a su padre lo terminó de conquistar el alcohol barato. Una imagen de su padre, con un semblante desgastado, sonrisa macilenta, le invade, colmándola de pavor. En la imagen también se ve, usando una habitual máscara de agrado mientras un nudo en su garganta impide la libre respiración. No puede seguir pensando; lágrimas bajan por sus mejillas, gruesas como pedacitos de roca, como si el nudo intentara desintegrarse a través del agua salada. Acaba conciliando el sueño por agotamiento.

Al día siguiente, por la mañana temprano, Juana llama al celular de Constantino. No lo localiza. Va al cuarto del hotel donde está alojado; golpea la puerta pero él no atiende. Decide ir al teatro, preocupada. Para su sorpresa, al llegar allí, nota que Constantino ya no está y que ha llevado sus cosas.

Pasan dos días y nadie sabe su paradero. No atiende al teléfono, no retorna las llamadas, ni emails. Claudio se ve obligado a cancelar las funciones de la semana. Dado que la obra permanecería en la cartelera del Teatro Municipal de Ouro Preto durante dos meses, deciden quedarse alojados en la ciudad, en el mismo hotel, con la esperanza que Constantino regresara pronto.

Al cabo de siete días, Constantino aparece. Manda un email a Juana pidiéndole disculpas por las formas y expresando las decisiones que ha tomado en relación al rumbo de su vida.
"No tengo ganas de seguir mintiéndome. No tengo ganas de seguir mintiéndote. Entre nosotros no hay más que una bella amistad...
Yo no era consciente quizás porque he andado muy ocupado, inmerso en teorías, enfocado en vivir otras vidas que no son la mía. Lo cierto es que no era feliz. Tú eres maravillosa como mujer y actriz. Soy profundamente agradecido por la pasión que has depositado en nuestro fantástico proyecto.
No obstante siento que debo desvelar otros horizontes, iniciar nuevos proyectos. Sobre todo reflexionar sobre mis tendencias o deseos afectivos más relevantes.
Parto esta noche a Sitges, Cataluña, España. No sé por cuánto tiempo. Mandaré noticias.

Cuídate mucho. Cariños, Constantino

PD: Por favor avisa a Claudio"

Los sentimientos de alivio, tristeza y confusión consumen a Juana: por un lado se alegra que las dudas hayan sido disipadas, que Constantino haya tomado la iniciativa de terminar una relación maquillada, insatisfactoria para ambos; sin embargo, por otro lado, le martiriza el fausto sabor del abandono y desconfía: desconfía de sus propias motivaciones afectivas, de la relación entre Cecilia y Claudio, Claudio y Constantino, y sobre todo, del hecho que Constantino le haya dejado la engorrosa tarea de avisar a Claudio sobre su inesperada partida.
Mientras prepara su maleta para ir visitar a su madre, a su ciudad, trata de descifrar el pensamiento de Constantino uniendo o combinando sucesos, gestos y palabras en un enorme rompecabezas. Al fin la maleta está lista y las ideas ya no le caen bruscamente como libros de una estantería desordenada. Telefonea a Claudio; quiere ser breve. "Gracias por la oportunidad. Ya me estoy yendo a lo de mi mamá, como te dije. Me quedaré por un tiempo. Necesito repensar mi futuro". Claudio responde, "Gracias a ti por el gran trabajo. Es una lástima que todo haya terminado así". Juana agrega, "sí, una lástima que la obra no pueda continuar. Pero bueno, me alegro que esta experiencia nos haya servido para destapar ciertas verdades...  Te mando un beso. !Me tengo que ir!". Se despiden.

Claudio cuelga el teléfono, mira por la ventana a la calle con una taza de café en la mano. Agarra los diarios locales que ha guardado, del lunes anterior, para ojear las críticas hechas acerca de la obra. En general son todas muy positivas, excepto por una que menciona la falta de decoro del protagonista durante el cocktail brindado y cuestiona el tipo de relación existente entre director y actor. Claudio aprieta ese diario hasta formar una pelotita y lo tira con rabia a la basura.

viernes, 12 de julio de 2013

La evolución

Arriba quema un árbol
cuyas enormes raíces,
ancladas en la noche,
son hitos de sabiduría

De su tronco añejo
desabrochan las ramas
como gotas estelares,
madera radiante

Y esas gotas de a poco
forman el cósmico polvo
de la fe y la agonía

Polvo de luz que agita
a las ramas que no mueren,
más bien crecen, enraizan
en el círculo brillante

¿Qué sería de la noche
si el corazón no desease
pintar de luces a su cuerpo?

Hoy ella puede ser azul,
naranja, hasta blanca
como un lienzo nuevo

Ser todos los colores
vivos como pecho de niño,
y con sus tonos, variantes,
dibujar el destino

Así el árbol estrellado
será siempre obra maestra
pintura, grabado o retrato,
de la perenne existencia