jueves, 29 de agosto de 2013

Enjaulado

El pájaro se lanza
con sus alas magulladas
contra el hierro caliente.

Casi ya no tiene plumas,
las perdió en esas batallas
labradas por su libertad

Tampoco canta, sólo gime,
lamenta por las mañanas
mientras el sol esgrime
rayos que lo hieren;

Pues recuerda la melodía
que sonaba al nacer el día
y que lo hacía cantar;

La que silbaba, antes,
cuando planeaba 
con el cuerpo a merced
de las caricias del viento

Entonces vuelve a creer,
presto a un nuevo intento

Armado del sentir reprimido
golpea a las barras resistentes
pero su cuerpo enclenque
cae ao suelo rendido;

La luz apuñala su pecho,
y sus oídos están al acecho
de la emotiva canción

Así echado, suavemente
deja de luchar y siente
que su carne desvanece
pero nunca su corazón

sábado, 24 de agosto de 2013

As vozes do dia

As vozes do dia
na consciência desatenta
são um eco motriz

Essas vozes na mente,
são gestos do corpo,
ora velhos ou novos,
e sempre fixam raíz

E já firmes na cabeça,
formam uma trama de retalhos
que espalha os seus galhos
em volta do coração

Mas ainda com ar escasso
aceso entre os abraços
o coração bate insistente

Mesmo sujeito a existência
aferra-se a sua essência
que é ser diligente

Não se julga escravo
embora seja cerceado
já que é pai da emoção

martes, 13 de agosto de 2013

La herencia

Catarina está sentada en un banco de madera, en el patio de su casa, observando el agua dulce que baja de los canales superiores hasta el aljibe; reflexiona sobre esos pequeños riachuelos cuyo destino final es convertirse en una masa pareja, sin identidad. Suena el timbre, se levanta y vuelve a los pocos segundos sosteniendo una carpeta. La carpeta dispone de fundas de plástico, todas ocupadas con hojas amarillentas. Saca una hoja de una funda y la estira con sumo cuidado, como si tratara de eternizar, con su delicadeza, el eco de las palabras escritas, de las sensaciones recreadas, del pasado también ajeno.

Revisa hoja por hoja, concentrada en absorver cualquier detalle que antes no notara. En el proceso se depara con uno de sus poemas favoritos. Su vista rebota en el papel y la angustia se despierta en su memoria. Cierra los ojos por un momento, inspira profundamente y vuelve su cabeza de repente hacia el medio del patio, dónde se escucha el abrupto movimiento de las ramas del Jacarandá.
Avista a un hombre apuesto, un poco más joven que ella, apoyado en el árbol.

-Buenas Tardes, soy Don Daniel. Perdone si le asusté.
-Todo bien. Estaba inmersa en recuerdos, no me había dado cuenta que ya había llegado. Quería esperarlo aquí, en mi lugar preferido de la casa ¿Le gusta?-
- Este patio es muy pintoresco, una verdadera joya de la arquitectura porteña-

Daniel contempla el entorno por unos segundos, meditativo. Se escucha el discreto fluir del agua mezclado con el bullicio de la avenida vecina. Catarina lo observa expectante, hasta que, de pronto, él dispara:

- Como la joya que usted parece tener entre manos: algunos de los escritos no publicados de Borges. Mi fuente me confirmó que son documentos originales; ¿puede usted demostrarlo?

Catarina no aclara nada, se limita a estirar la mano, entregándole su poema favorito. Daniel ve las marcas de los años estampadas en el papel, las notas inconfundibles de su ídolo, del hombre al que adora, que le motivó a estudiar periodismo. Al darse cuenta de la autenticidad del manuscrito, abre una sonrisa de par en par, lo besa repetidamente e insiste:

- Este documento tiene un valor inconmensurable doña Catarina. Necesito comprender cómo lo consiguió.
- Me dijo que va a escribir una biografía de Borges, ¿cierto?-
- Así es. Y poder contar con fuentes fidedignas es fundamental-
- Llamáme Catarina por favor, no somos tan mayores como para tratarnos de usted-

Daniel asienta y declara entusiasmado:

- Soy un profundo admirador de Borges. Muchos ya escribieron biografías sobre él pero ninguno lo hizo con la entrega afectiva que yo deposito. Borges tiene, y siempre tuvo, más peso en mi vida que mi propio padre-
- Los grandes escritores recrean lo visible y lo invisible de la vida: son magos y las letras son su varita. Por eso me encanta la literatura; sobre todo la literatura de nuestro país. Soy una fiel coleccionadora de Cortázar, Rulfo, Storni, entre otros. Al hijo, poema que ahora sostenés, tiene para mí un valor especial: fue recitado por mi ex-marido durante la misa del velorio de nuestro único hijo. Murió a los trece años...-

Daniel se acerca a Catarina y le toca el hombro en signo de condolencia. Catarina se apresura en secar las lágrimas, y ya sobreponiéndose a su quebranto, agrega:
- Pienso como Borges: "La eternidad está en las cosas del tiempo, que son formas presurosas". Todavía siento a mi hijo todos los días, en cada suspiro, en cada sílaba que emito. Desafortunadamente la gran pérdida que sufrimos terminó de destruir mi casamiento-

Se alza de repente y se detiene junto al Jacarandá, alejándose de Daniel. Él ha registrado con gran interés lo que acaba de escuchar, intuyendo poder usarlo en el trabajo biográfico. Es un ávido investigador del escritor y se encuentra bastante consternado por desconocer a Catarina, a sabiendas del tesoro que detiene; por lo que intenta conducir la conversación a otro lugar.

- Sos una mujer hermosa, perspicaz, seguro que encontrarás a otro compañero. Capaz pueden formar una nueva familia. Yo ya me resigné a ser un viajero solitario-
- Suena un poco triste ¿No tenés hijos entonces?
- No. No tengo tiempo para educar a una criatura. Tuve que dedicar mucho tiempo, toda mi vida, a mi propia crianza. Con la ayuda de Borges, claro-

Catarina mira a Daniel con rara expresión de espanto; su cara muestra sorpresa aunque no asevera si es positiva o negativa. Finalmente pregunta:

- ¿No tuviste padres que te cuidasen?
- Mi padre nos abandonó cuando yo era un bebé y mi madre murió cuando tenía trece años. Fui criado por una gran amiga de mi madre. Ella era muy esforzada, mujer generosa, por lo que trabajaba en dos turnos de la fábrica para mantenernos. Apenas nos cruzábamos en el departamento en el cual residíamos. Yo dispuse de mucho tiempo libre y un inmenso cajón vacío en el pecho; los dediqué a los libros-

Catarina termina de bajar la guardia, gracias a la creciente empatía que le absorbe.

- Mi padre nunca me reconoció tampoco. Así que fui criada por mi madre principalmente, salvo por la presencia de mi abuelo en mis primeros años de vida. Después que mi abuelo falleció nos mudamos a Rosario, porque le salió un puesto de profesora de literatura latinoamericana en la Universidad local-
- Interesante. De ahí probablemente viene tu pasión por la literatura-
- Sí, también. Mi madre fue una mujer muy inteligente, admirable. La extraño mucho últimamente-
- Es duro... Durante muchos años, tras la muerte de mi madre, leí diariamente el poema Inscripción en cualquier sepulcro de Borges. Me consolaba pensar que su alma siempre estaría cerca. Quizás hoy, mediante nuestro encuentro, las almas de tu madre y de mi madre están reclamando su inmortalidad de alguna forma-
- Bueno, yo creo en este tipo de cosas pero, ¿por qué creés que están reclamando su inmortalidad?
- Porque somos energía y la energía no se desintegra-  prosigue antes que Catarina pudiera comentar, dado que no quiere perder el foco en su trabajo, dejándose llevar por charlas metafísicas
- Se me está haciendo un poco tarde ¿Te importaría prestarme los escritos para que los mire?

Catarina acaricia la carpeta y titubea. La ansiedad del silencio es de súbito interrumpida por el canto de las cotorras del parque colindante.

- Podemos negociar el monto a pagar, dependiendo del tiempo e información brindados- señala Daniel, persuadiéndola.

Catarina le entrega la carpeta. Daniel comienza a escrudiñarla y, a medida que avanza en su chequeo, se da cuenta que realmente pueden ser manuscritos inéditos. Se excita aún más:

- Observo que tenés todo un libro de poemas acá. Calculo que compraste estos manuscritos o alguien te los regaló. Puedo pagarte una buena plata por lo que sabés, lo que sea útil a la biografía-
- Los conseguí a través de mi madre. Pensé muchas veces en publicarlos desde que ella murió.
- ¿Por qué no los publicó tu madre? Por qué no lo hiciste vos?-
- Porque mi madre dio su palabra a quién se los regaló; prometió que estas letras serían mi guía, me acompañarían, me orientarían a lo largo de mi vida y no serían compartidas con nadie más.
- Entonces, ¿por qué querés compartirlos ahora?
- Porque este sería el único legado que yo dejaría, perpetuando la presencia de mi familia-
- Borges ya es una figura eterna-
- Definitivamente. No obstante vos podrás contar cuán eterno es Borges para mí, su hija hasta ahora desconocida.

* Jorge Luis Borges nunca tuvo hijos biológicos en la vida real, pero tiene un sinfín de hijos adoptados: sus fieles seguidores.

jueves, 8 de agosto de 2013

El sol y la tierra

Sartre: La esencia es el propósito de algo; su existencia es lo que aparenta ser.

Un rayo de luz dorada
pinta un camino de vida
en la oscura explanada

Nacen flores en la senda
como símbolo del apelo
de la tierra hacia el cielo

Apela porque no existe
si no por la luz que recibe;
ya que sin ella estaría muerta
y ya muerta mataría al sol

Porque así como producir
es de la tierra el destino,
para el sol no es mero tino,
es su razón de vivir

Él es motor ardiente
el fiel nudo de oro
devoto padre de todos
y de todos dependiente

Así, con su mudo suspiro
como de la tierra que ruega,
discreto también se doblega
a existir en el camino

martes, 6 de agosto de 2013

La playa

Fue hace poco, en una noche de febrero, antes de la semana de carnavales. Un noche de verano especial: el plancton centelleaba a la luz de la luna, desde el horizonte hasta la orilla, como si el mar proyectara una sonrisa blanca, infinita, hacia el cielo estrellado.
La brisa y las olas formaban un dueto a capela; el agudo viento y el grave océano entonaban una canción de dos acordes, como un mantra. Yo caminaba descalza, ojos cerrados, jugando con los granitos de arena entre los dedos de los pies, sintiendo la brisa marina que tocaba mi rostro. De pronto escuché un ruido raro; miré alrededor, vi algunas gaviotas que se sumergían y salían veloces del mar; concluí que el ruido provenía de sus maniobras, de sus graznidos. Seguí caminando, distraída con el vuelo de los pájaros, con el oleaje espumoso, hasta que un brillo fugaz se asomó por detrás de una gran roca, a unos trecientos metros de distancia, y me llamó la atención. Decidí acercarme de a poco. Tras avanzar bastante, cuando ya estaba bien cerca, me asusté al ver un hombre delgado, no muy alto, salir en estampida de detrás de la roca. Observé que se alejaba a toda prisa; en un momento se detuvo a buscar algo que se le había caído de las manos.

Me sentí vulnerada por el silencio que reinó después del susto. Percebí que una ráfaga de viento helado, brumoso, conquistaba repentinamente el terreno de mis confidencias. Sentí miedo, como si la soledad tan deseada se convirtiera en amenaza misteriosa. Mi curiosidad, no obstante, fue superior a mis temores, entonces me acerqué a la roca.

Por primera vez me atrevo a volver aquí. El mar hoy tiene un azul ensombrecido y las estrellas me parecen un campo de minas, pequeñas bombas prestes a explotar. La playa está iluminada como entonces, con una luna llena imperiosa, anfitriona de espíritus, guía de su camino en el más allá.
Me acerco a la gran roca nuevamente, siento el agua fría entumeciendo mis pies y mi corazón latiendo con fuerza. La bordeo; la luz lunar la ilumina y casi se asemeja a una lápida de granito. La escrudiño un poco: finalmente encuentro las huellas de sangre, de esa noche de verano, del grito sofocado, del hombre que huyó impune.