Subíamos el lateral
pulido por las piedras
que recurrentes bajaban
desde la cumbre volcánica.
De pronto nos detuvimos
para disfrutar del cielo:
varias estrellas coloradas
despejaban su sensualidad
en profusa cortina de fuego
Caían las gotas encendidas
sobre un lago azul turquesa
y un fuerte olor a azufre
adulteró nuestros olfatos
Las llamas, trama estelar
el azul, súbita frialdad
nos terminó de confundir
nos terminó de entorpecer...
Y la química del planeta,
la codicia de la carne
-fusión de lava e ímpetu-
nos eximieron de la razón
Hasta que la nube espesa
ardiendo desde la cima
consumió todo el oxígeno
recordó sabias doctrinas
Entonces cada paso nuestro
se volvió pusilánime
cada certeza vigorosa
aceptó su posible finitud
Así, a través del vaho,
a través del espacio,
tambaleamos al unísono:
Ora deseo, ora duda.
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