En esa noche tracé con mis dedos, con sus yemas
La circunferencia de una penetrante luna llena...
Dibujé gotas de plata que expelidas como el rocío
relucieron en la oscuridad del exiguo cielo tardío
e iluminaron a las estrellas huidizas, casi ajenas
Toqué el virtuosismo de la negrura de tus ojos, sí
con ellas, con las yemas de mis dedos... lo toqué
Atendí a su latir sugestivo, era la luna que contaba
un cuento no sucedido pero que intenso ya vibraba
acogido por la argenta bóveda de luz que dibujé.
Ese palpitar era silencio mismo, energía que brota,
- del mundo súbitamente adormece todas las notas-
y fluye puntiagudo adueñándose del momento.
En esa noche rocé con mis yemas al astro lejano
cuándo por fin temblorosas alcanzaron tus manos
en un instante único asistido por el firmamento.
En esa noche nuestros labios al silencio derrotaron
Fundidos en besos que a nuestras almas palparon
Y calaron palabras que las proferirá el tiempo...
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