Sentada en la arena
con el sol pintado en el rostro,
silba notas de agudo entusiasmo
con un regocijo cuasi infantil
Observa las olas:
esa masa de agua que desploma
su cresta en la orilla,
su huella perecedera.
Ve cómo retroceden
encerrándose en el océano
de oxígeno y secretismo.
De súbito nacen gotas de sudor
en sus párpados ahora plegados;
gotas convulsas como la oleada
frías como el mar retirado
Y se encuentra muy vacía
abandonada por la promesa
que aún escuece como sal
en sus ojos solícitos
en su deseo latente
Entonces espera el regreso
entre fascinada y temerosa
de una nueva embestida
de ese mar claroscuro
Aguarda que vuelvan las olas
con su hervor suave, apasionado
para reafirmar maduras certezas
y superar sabidas incertidumbres
Espera, cautiva de los vaivénes
del tiempo, de los ciclos,
con la ansia sujeta a la emoción
que prepondera irrefutable...
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